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Emerge un emblema del tumulto, un grabado:
un joven negro al alba con sombrero de paja y overol,
un emblema de imposible profecía, muchedumbre
dividiéndose como el surco arado por una mula,
separándose para su presidente: un campo de algodón
nevado
de cuarenta acres de extensión, de cuervos con presagios predecibles
que el joven labrador desdeña por sus memorables
ancestros de cabellos de algodón, mientras, alineada en una rama,
hay
una tensa
corte de búhos con gafas y, en el borde lejano
del campo,
un espantapájaros burlón apunta hacia él con rabia.
El pequeño arado continúa en esta página con líneas
más allá de la tierra quejumbrosa, el árbol del linchamiento, la
venganza negra del tornado,
y el joven labrador siente el cambio en sus venas,
corazón, músculos, tendones,
hasta que la tierra yace abierta como una bandera cuando la firme
luz del alba raya el campo y los surcos esperan al sembrador.
Derek Walcott
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