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miércoles, 4 de marzo de 2009

ALLEN GINSBERG Y ENRIQUE VERÁSTEGUI






Allen Ginsberg (EE.UU., 1926 – 1997) fue sin duda el poeta que marcó la poesía y una época cultural en la década del ’60. Era el más famoso de los poetas beat; además de haberse proclamado en la imagen de un personaje rebelde, transgresor, contestatario, inconforme y maldito. Ahora, hablar de Ginsberg es también mencionar a la Beat Generation. “¿Qué significa ‘Beat Generation’? Sus miembros no están de acuerdo en el sentido que debe darse a la palabra beat: ¿‘vencido’, ‘golpeado’ (el primer sentido recuerda a Lost generation de la que ni quieren oír hablar), también ‘tempo’ (relación con el jazz) y hasta ‘beatitud’ (el zen de Zinder; Kerouac en busca de Dios)? El beatnik –cercano al hipster, como dice de sí mismo Norman Mailer- desprecia al square, que es el pasado, viejo, pompier”[1].

Los célebres beatniks: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Gregory Corso, Lawrence Ferlingghetti o Michael McClure, al margen de sus escándalos, las drogas y sus fachas desaliñadas; con sus furibundos gritos nos recordaron brutalmente que la poesía no era únicamente fría y cuidada técnica de composición de palabras; sino, por sobre todas las cosas, inspiración y plegaria y diatriba, que denuncia con ferocidad la podredumbre que envuelve a la Humanidad.


Así lo intuyeron en su momento, entre nosotros, los poetas setentistas de Hora Zero, que abrazan a los Beatniks como gurúes mayores de su parnaso particular y en su momento, también, construyen sus propias plegarias con el background caótico, provinciano y atirrobado del espacio limeño, tal como en el texto‘Salmo’ de Enrique Verástegui, perteneciente a su primer conjunto, En los extramuros del mundo
[2].


En la noche del 7 de octubre de 1955, Ginsberg leyó por primera vez ‘Howl’ en la galería Six (San Francisco):

“He visto a los mejores de mi generación destruidos por la locura, muertos de hambre, histéricos, desnudos,
caminando por los barrios negros buscando la ansiada dosis,…”[3].

Con estos versos deliciosamente filosas se deja escuchar una voz que grita la resurrección del hombre libre en un mundo mecanizado.[4]

Esta poesía se escribe para ser leída en alta voz y deja de lado la estructura métrica clásica y se alinea con la tradición de la oralidad whitmaniana.
Y así apareció Howl, grito que provocó una verdadera revolución, más por la violencia de su estilo que por el tema: la alienación de los ‘mejores hombres de su generación’ sumidos en el mundo moderno, la sociedad como un Moloch que devora al individuo (ELLIOT, 1991: 235).


Marco Martos y Mariela Dreyfus han señalado la presencia de huellas ginsbergianas en En los extramuros del mundo. No quepa duda de que la influencia de Ginsberg es patente en este primer poemario. El mismo Verástegui escribe: “Recuerdo que una vez les llevé ‘Aullido’ de Ginsberg, y a todos les pareció macanudo; dijeron que nunca habían leído nada mejor que eso”
[5]. Entonces, queda confirmado que el discurso poético de nuestro poeta se alimentó de las enseñanzas de Ginsberg.

Es cierto que el estilo de ‘Aullido’ basado en una estructura rítmica que se desarrolla y crece continuamente en sí misma se halla en la estructura versolibrista de la mayoría de los trece poemas que integran En los extramuros del mundo. Sin embargo, el poema ‘Salmo’ es el texto que más marcadamente nos permite sostener que este poema está profundamente emparentado con ‘Aullido’. Veamos la huellas ginsbergaianas en ‘Salmo’:


‘Aullido’
[6]

“He visto a los mejores de mi generación destruidos por
la locura, muertos de hambre, histéricos, desnudos,
caminando al amanecer por los barrios negros buscando la ansiada dosis
iniciados con cabezas de ángel ardiendo por la antigua y
celestial unión con la estrellada dinamo de la maquinaria
de la noche:
quienes pobres y andrajosos y con los ojos vacíos fumando
sentados en la sobrenatural oscuridad de habitaciones-
sólo-agua-fría flotando por encima de las ciudades
contemplando jazz,
quienes con su cerebro desnudo ante los cielos bajo
el metro elevado y mirando a los ángeles mahometanos
titubeantes sobre los techos de las casas iluminadas,
quienes pasaron por las universidades con los ojos fríos
y radiantes alucinando a Arkansas y a los catedráticos
de la guerra, tragedias a lo Blake,
quienes fueron expulsados de las academias por locos
y por publicar odas obscenas bajo las ventanas
del cráneo,
quienes agazapados en habitaciones sin afeitar en ropa
interior, quemando su dinero en las papeletas y
escuchando al Terror a través de la pared,
quienes detenidos con sus barbas del pubis
por regresar por Laredo
con un cinturón de mariguana para Nueva York,
quienes comieron fuego en hoteles pintados
y bebieron trementina en Paradise Alley, muerte,
o hicieron pasar el purgatorio a sus torsos noche tras noche
con sueños, con drogas, con pesadillas
que les desvelaban, con alcohol y pene y bailes sin fin,
incomparables callejones sin salida de trémula nube
y relámpago en la mente abalanzándose hacia los polos
de Canada y Paterson,
iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,
solideces de salones en Peyote, albas de cementerio
de árbol verde en
el patio de detrás, borrachera de vino sobre los tejados,
barrios de escaparates de locuras automovilísticas...”

Salmo’
[7]

Yo vi caminar por calles de Lima a hombres y mujeres
carcomidos por la neurosis
hombre y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados
confundidos y riéndose de todo.
Yo vi sufrir a esta gente con el ruido de los claxons
sapos girasoles sarna asma avisos de neón
noticias de muerte por millares una visión en la Colmena
y cuántos, al momento, imaginaron el suicidio como una ventana
a los senos de la vida
y sin embargo continúan aferrándose entre
marejadas de Válium
y floreciendo en los maceteros de la desesperación.
Esto lo escribo para ti animal de mirada estrechísima.
Son años-tiempo de la generación psicótica,
hemos conocido todas las visiones y Kafka y Gregory Samsa
pasea con Omar recitando silvando fumando mariguana
junto al estanque en el parque de la Exposición –carne
alienada por la máquina y el poder de unos soles
que no alcanzan para leer Alcools de Apollinaire. (1)
Recién ahora comprendo mañana reventaré como esos gatos
aplastados contra la yerba
y las cosas que ahora digo porque las digo ahora
en tiempos de Nixon –malísimos para la poesía
-corrupción de los que fueron elegidos como padres-gerentes
controlando el precio de los libros
de la carne y toda una escala de valores que utilizo
para limpiarme el culo.
Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
y la tristeza visitándolos en los manicomios.
Y vi también a muchos ir gritando por más fuego desde los
Autobuses (2)
y entre tanto afuera
el mundo aún continúa siendo lavado por las lluvias,
por palabras como estas que son una fruta para la sed”.
_________________
(1) unos soles de más o de menos son unos soles.
son unos soles de más o de menos en las arcas del espanto.
(2) pero nadie tuvo una luz para aliviar la pesadilla
para aliviar el horror.

En ambos textos, un locutor personaje en primera persona, nos describe lo que ha observado: cuadros de individuos famélicos, idiotizados, mecanizados y alienados por el sistema deshumanizante que los devora. La estructura inicial en uno y otro poema: ‘He visto’ (Ginsberg) y ‘Yo vi caminar’ (Verástegui) se evidencian muy parecidos. En otro momento se denuncia al capitalismo que destruye al ser humano. Así en ‘Aullido’ se dice: “Se quemaban los brazos con cigarrillos en protesta por la narcótica neblina de tabaco del capitalismo”. En ‘Salmo’: “y las cosas que ahora digo porque las digo ahora / en tiempos de Nixon –malísimos para la poesía / -corrupción de los que fueron elegidos como padres-gerentes”.

En ambos casos, se desarrolla el tópico de la alienación urbana debido a la creciente deshumanización que sufren los seres humanos envueltos por el sistema capitalista que impone sus normas que mecanizan a los individuos hasta enajenarlos de su condición humana: “encarnación de la pobreza envuelta en harapos, drogados y con / vacías miradas, velaban fumando en la sobrenatural / oscuridad de los pisos de agua fría flotando sobre las crestas de la ciudad…” (‘Aullido’). “Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías / y la tristeza visitándolos en los manicomios” (‘Salmo’).

Otra similitud se da a nivel del uso de sus estructuras verso libristas, más o menos, en la onda de los versículos whitmanianos, con un tono conversacional y ciertas melodías prosaicas.

Podemos agregar que el contrapunto de los sonidos en sus tres niveles: el de las palabras en una misma línea, el de las líneas en una misma parte y el de las partes del poema entre sí, es fundamental para la comprensión de sus significados de este texto que podemos comparar con la figura de un triángulo equilátero, en el sentido de que el ritmo nace de su vértice superior y se expande hacia la base
[8].

Hay, entonces, una afinidad entre las ideas estéticas de Ginsberg y Verástegui, Un conjunto de paralelismos directos entre los versos de ‘Aullido’ y ‘Salmo’. Además, se puede sostener que hallamos temperamentos afines entre Ginsberg y Verástegui. El poeta beat quería estar fuera de una sociedad a la que abomina, es decir, el poeta busca vivir “libre como un búfalo, como el indio”
[9]. Del mismo modo Verástegui siempre ha buscado vivir como un hippie sesentista libre de cualquier marcación horaria; dedicado a tiempo completo a la lectura y a la creación poética. Espíritus afines que repudian la prosperidad moderna regida por la ‘ganancia’ y gobernado por la estupidez.

Ahora, las huellas ginsbergnianas evidentes en En los extramuros del mundo no invalidan el discurso poético verasteguiano. Puesto que desde los tiempos inmemoriales –desde Homero, por ejemplo, hasta el mismo Ginsberg- las propuestas poéticas siempre han dialogado: ya por coincidencia, ya por negación. La poesía de Verástegui dialoga creativamente con las propuestas del autor de ‘Kadish’ sin dejar de lado su gran fuerza creadora. Y esta fuerza creadora, reconocida por todos los críticos, es la marca de originalidad de nuestro poeta.





[1] ELLIOT, Emory. Historia de la literatura norteamericana. Madrid, Cátedra, 1991; p. 224.
[2] DREYFUS, Mariella. “Un salmo que brota de un solo chispazo: el ‘Kadish’ de Allen Ginsberg”. En: Pelícano (Revista de Literatura). Lima, año 1, Nº 2, diciembre 2005; p. 5.
[3] GINSBERG, Allen. Aullido y otros poemas. Madrid, Visor, traducción de Katy Gallego, 1997; p. 11 y ss.
[4] Jaime Urco dice que Ginsberg y sus compañeros “propugnaron por el cambio del hombre mecánico, autómata, por el hombre libre, dueño de su destino. Su actitud sirvió en el campo de los proyectos existenciales, pues años después, otros verían en ellos enseñanzas que seguir: los hippies y su pacifismo revolucionario”. En el prólogo de Muestra de poesía norteamericana contemporánea. Lima, INC, 1987; p. XIV.
[5] LUCHTING, Wolfgang. Escritores peruanos qué piensan qué dicen. Lima, Editorial ECOMA S.A., 1977; p. 325. Luchting es un reconocido peruanista que en este libro entrevista a 19 autores peruanos, entre ellos 3 horazerianos: Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz y Enrique Verástegui. La entrevista que corresponde a Verástegui se titula “La erudición flotante y la hybris”; pp. 323-375.
[6] GINSBERG. Obra Cit.; pp. 11-12.
[7] VERÁSTEGUI, Enrique. En los extramuros del mundo. Lima, Lluvia Editores, segunda edición, 1994; p. 19. En este capítulo, citaremos entre paréntesis las páginas de los poemas de esta edición, que mencionamos continuamente para ejemplificar nuestros argumentos.
[8] MOORE, Esteban. “Allen Ginsberg (1926-1997): Una nueva sensibilidad”. 12 de abril de 2007, 20.10 h. En: www.lexia.com.ar/allen_ginsberg.htm.
[9] ELLIOT, Emory. Obra Cit., p. 225.