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miércoles, 24 de febrero de 2010

EL 'ANIMISMO' EN EL INDIGENISMO VANGUARDISTA DE ANDE DE ALEJANDRO PERALTA


En estos versos: “Bajo un kolli pordiosero / ha hecho acrobacias locas con el Silvico / en el trapecio de sus nervios // Y SE HAN SAJADO LAS CARNES / Y HAN HECHO CANTAR LA HONDA // Los ojos golondrinas de la Antuca / se van / planeando / por las cabañas…”

Se describe un encuentro erótico, entre los amantes campesinos, utilizando vocablos tanto del lenguaje andino como del lenguaje vanguardista. Los términos ‘kolli’, ‘el Silvico’ o ‘la Antuca’ están asociados al habla puneño . Los vocablos ‘acrobacia’, ‘trapecio’ o ‘planeando’ son propios de la jerga vanguardista. Este encuentro erótico se desarrolla en el campo, es decir, en un espacio deducible como el Altiplánico. Pero se describe, esta intensidad del encuentro amoroso, con metáforas de cuño vanguardista: “(La Antuca) ha hecho acrobacias locas con el Silvico”.

En efecto, en el universo recreado en Ande (1926) confluyen dos campos retóricos , esto es, la cultura andina, por un lado, y la cultura vanguardista, por otro lado. Esta negociación transculturadora que Cynthia Vich halla en este poemario peraltiano es “el indigenismo vanguardista (que) se define por el gesto positivo de abrir un nuevo terreno muy inclusivo que aparece como espacio de conciliación y a la vez como una estética distintiva con respecto al indigenismo y al vanguardismo canónicos” . Entonces, nos parece pertinente sostener, siguiendo a Vich, que esta síntesis entre la tradición y la modernidad da origen a un nuevo campo retórico, el indigenismo vanguardista.

Ahora, ¿cómo confluyen en un nuevo campo retórico, lo urbano cosmopolita y lo rural indígena? Américo Mudarra dice que: “en estas dos grandes configuraciones no encontramos por el momento, conflictos u oposiciones, sino más bien convivencia, cotidianidad, pues ambos participan recíprocamente de ese espacio geográfico que el ande diseña” . Es cierto, se evidencia por el uso de los títulos de los poemas que los vocablos nombran lugares específicos del ande, esto es, el universo recreado es el Altiplano. Pero al mismo tiempo está presente la participación activa de la mirada cosmopolita vanguardista.

La pregunta es ¿cómo se constituye esta nueva cosmovisión indigenista vanguardista? Creemos nosotros que más que la metáfora en sí, el eje que integra estas dos formas de ‘ver’ el mundo, en apariencia antitéticas, es el ‘animismo’.

¿Qué es el animismo? Para precisar la definición de esta figura retórica, me basaré en el concepto de ‘campo figurativo’ desarrollado por Stéfano Arduini . Este retor y lingüista italiano define el ‘campo figurativo’ como el espacio cognitivo de organización conceptual del mundo. Entonces, “las figuras son los medios con los que ordenamos el mundo y podemos referirlo, son los medios con los que nos construimos y nos relatamos ”. En ese sentido, no debemos olvidar que los campos figurativos involucran la inventio (el referente del texto), la dispositio (la macroestructura textual) y la elocutio (la microestructura textual), en este caso de un texto poético. Por lo tanto, es evidente que el ser humano piensa con metáforas u otras figuras retóricas que reflejan las estructuras mismas de su pensamiento y de sus afectos, además que organiza y facilita su propia facultad comunicativa. Entonces, todas las posibilidades del universo figurativo se hallan agrupados en seis campos figurativos: la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, la elipsis, la antítesis y la repetición. Y las figuras retóricas se ubican al interior de cada uno de estos campos.

En Ande es el campo figurativo de la metáfora “el eje integrador que define los términos en los que se desarrolla esta categoría estética”: el del indigenismo vanguardista. Y dentro de este campo figurativo –desde nuestro punto de vista– es el ‘animismo’ la figura retórica primordial que recrea esta nueva realidad. Ahora, Arduini denomina ‘prosopopeya’ o ‘personificación’ a lo que nosotros llamamos ‘animismo’. La prosopopeya consiste en otorgarle rasgos animados a objetos inanimados o abstractos.

Para el caso de esta lectura de Ande, preferimos el concepto de ‘animismo’. El uso de este término no lo asumimos por el prurito gusto de diferenciarnos de Arduini u otros retores, sino que nos parece un concepto propio de la cosmovisión andina. Así pues, ‘animismo’ deriva del vocablo ‘ánima’. Y ‘ánima’ en el mundo andino es el espíritu vivo de la montaña, de una piedra, del viento, del sol, de la lluvia o del rayo, entre otros ‘seres’ que pueblan el imaginario andino mítico y milenario. En ese sentido, si para la cosmovisión occidental otorgarle rasgos animados a seres u objetos inanimados o abstractos se conoce como prosopopeya; nosotros utilizaremos el término ‘animismo’ para señalar las acciones vivas que desarrollan los ‘seres’ inanimados que pueblan el imaginario andino. Además, siempre en la cosmovisión andina, todos los elementos de la naturaleza se representan llenos de vida, es decir, coactúan con el ser humano, entre iguales.

Ahora, en Ande hallamos tres variantes del ‘animismo’:

a. El animismo de los elementos de la naturaleza con toques de la dinámica vanguardista

En los versos de ‘La pastora florida’ conviven al animismo de un avión y de un lago:
Picoteando el aire caramelo
Evoluciona una escuadrilla
De aviones orfeónidas” (p. 124)

“Sale el lago a mirar las sementeras
” (p. 124)

En el primer caso, el avión, una máquina –uno de los símbolos del vanguardismo– picotea el aire, es decir, realiza el acto de probar el aire como si fuese un ave que pica un grano de maíz. En el segundo caso, el lago –símbolo del mundo altiplánico– mira los sembríos que se hallan a su alrededor, esto es, realiza una acción de vigilancia verificando que todo marche bien.

En ‘Cristales del Ande’ se dice en un verso:
“Las calles vestidas de colores corren como culebras por la aldea” (p. 126).

En este caso, el animismo nos configura la idea de las calles como espacios de circulación llenos de vida; además la comparación con la culebra lo liga a lo andino, pues ‘culebra’ es un vocablo andino, lo que ‘serpiente’ es un vocablo occidental.

En ‘Gotas de cromo’ se dice:
“Las brisas están regando el pastizal” (p. 130) y
“Hay un aserrar de espigas / y un llanto de quinuas ojerosas”(p. 130).
En el primer caso, las brisas que por su naturaleza misma humedece el pasto, aquí se enfatiza que cual ser humano riega el pastizal, es decir, es una acción más específica la que realiza. En el segundo caso, se describe una conducta humana –el llorar– de una planta identificada con el mundo altiplánico.

En ‘Chozas de medio día’ hallamos los siguientes animismos:
"Los vientos bajan a saltos de los cerros/ bajan como tropeles de vicuñas”(p. 131) y
“las chozas –frescos murales de montaña / abren sus ojos incendiados” (p. 131).
En el primer caso, el símil entre los vientos y las vicuñas sirve para señalar una conducta propia de seres vivos para configurar las acciones que desarrolla el viento. Entre ellos, se singulariza la imagen que los vientos bajan juguetones como las vicuñas. En el segundo caso, las chozas –sustantivo eminentemente andino– que en la mitología andina carece de ánima, es decir, de vida mítica, en este verso presenta una funcionalidad propia de un ser vivo, el del mirar intenso

En el doloroso poema ‘El indio Antonio’ se dice:
“mientras el granizo apedreaba la puna
y la vela de sebo
corría a gritos por el cuarto” (p. 136).
En primer momento, el verbo apedrear señala una actitud animista de agresión y en segundo momento, la perífrasis verbal precisa una acción de desesperación ante la agonía de la esposa de Antonio.

b. El sol se humaniza

Esta segunda variante del animismo hace que se sostenga con mayores evidencias que esta figura retórica es el eje integrador de lo andino con lo moderno vanguardista. En efecto, en la cosmovisión andina –mítica y milenaria–, el sol es el dios-padre. Es, pues, la divinidad suprema que creó la cultura andina. Entonces, es un ser visible sí, pero omnipotente, que va más allá de una simple vida humana. Por consiguiente, el sol es una entidad viva, que además da vida al hombre y a la naturaleza. Pero, ¿cómo se le describe en este poemario? Se le presenta totalmente desmitificado. El sol ya no es más una divinidad, más bien se comporta como una criatura con ‘vida’, pero común y silvestre. Veamos los versos:

“El sol / se ha desmenuzado como un desbande de canarios” (p. 126)
“El sol se enrosca como una serpiente / en los geranios rosas” (p. 127)
“mientras el sol desde su aeronave / arroja bombas de magnesio” (p.128)
“El sol está detrás de mis talones” (p. 129)
“El sol picapedrero rompe las moles fantasmas” (p. 131)
“Sobre una pared trunca / el sol se ha roto un ala” (p.132)
“El sol se ha pegado a mi cuerpo / como una erisipela” (p.134)
“Las 12 de la noche / el pericote de mi cuarto / ha rechinado 12 veces los dientes / y ha rodado como un sol peruano de un ángulo al otro” (p.136)

Entonces, la figura del sol tan elevado en la mirada andina ha devenido en caricatura humanizada, gracias a la mirada desmitificadora del vanguardismo cosmopolita. Incluso se ha rebajado al valor de una moneda peruana. En ese sentido, fluye el toque irónico y humorístico del vanguardismo. Así, esta suprema deidad andina deviene desde la perspectiva animista de nuevo cuño en “diferentes personajes: un ave, una erisipela, una moneda cualquiera que rueda por el cuarto” .


c. El kolli como alter ego del campesino sufriente

En el poema ‘Kolli’ se relata, en base a una suma de animismos, la vida cotidiana y dolorosa del campesino altiplánico. Veamos. En primer lugar, el kolli es un árbol identificado con la cultura andina altiplánica, en ese sentido, se autorrepresenta metafóricamente como el campesino altiplánico. En segundo lugar, el kolli lleva una vida tan sufriente:

“DETRÁS DE LOS GALPONES CENOBIARCAS
EL KOLLI ATISBA EL CIELO

Tiene curvadas las espaldas del peso de los cerros
Desde el amoratamiento de sus ojeras
Destila sobre las quemadas mejillas de la tierra
Un desvaído llanto de acuarelas” (p.140)

Entonces, a partir de los animismos que describen crudamente la cotidianidad atroz del kolli se realiza una denuncia de la expoliación que sufren los hombres del campo. En esta perspectiva, es interesante verificar en este poema el tópico de la denuncia de la explotación del hombre andino. Sin embargo, este tópico de la denuncia no se organiza desde una mirada solamente andina realista, sino está presente la mirada vanguardista con su vertiginosa reiteración de animismos que constituyen una de las características esenciales de la estética vanguardista.

En tercer lugar, es novedoso la idea que se desarrolla en Ande: la mirada vanguardista no es únicamente de perspectiva estética, sino también ideológico-político.

RESUMIENDO, hemos verificado que el animismo es uno de las figuras retóricas primordiales que permite la unión de dos formas de ‘ver’ el mundo –la andina y la cosmopolita occidental- en uno solo, el indigenismo vanguardista.


Bibliografía

- ARDUINI, Stéfano. Prolegómenos a una teoría general de las figuras. España, Universidad de Murcia, 2000.
- LAUER, Mirko. (Prologuista y compilador) 9 libros vanguardistas. Lima, Ediciones El Virrey, 2001
- MUDARRA, Américo. “Para una lectura de Ande, de Alejandro Peralta”. En: Escritura y Pensamiento. Lima, UNMSM, Año II, N° 6, 2000; pp. 105 – 117.
- PERALTA, Alejandro. Ande. En: 9 libros vanguardistas. Lima, Ediciones El Virrey, 2001; pp 121 – 140.
VICH, Cynthia. “Hacia un estudio del ‘indigenismo vanguardista’: la poesía de Alejandro Peralta y Carlos Oquendo de Amat”. En: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Lima – Berkeley, Año, XXIV, N°. 47, 1er semestre de 1998; pp. 187 – 205.