
En una época en la que los caballeros ya no existían, surgió Don Quijote, luciendo armadura y provocando gran extrañeza a su paso. Éstas son las características del ideal de caballero medieval, mezcla de mito y realidad, que mucho después el ingenioso hidalgo adoptó y que ayudan a entender las locuras que cometió.
Unos ideales y una misión elevados
Para encontrar el ideal del guerrero encarnado por el caballero medieval, hay que acudir a los tratados de caballería. Allí se define al caballero como el más virtuoso de entre mil hombres, escogido para defender las causas más nobles: servir al rey, defender la Iglesia, proteger el territorio, socorrer a los desvalidos, etc.
El ritual de la iniciación
El caballero es armado, es decir, bautizado como tal, en una majestuosa ceremonia religiosa en la que participa un príncipe o importante señor encargado de darle un golpe en el hombro con la espada, gesto con el que se escenifica el nombramiento como caballero. A partir de entonces, el caballero se debe a Dios y a la Orden de Caballería y empieza una nueva vida como eterno viajero a la búsqueda de aventuras.
Una conducta ejemplar
En el cumplimiento de su misión, los caballeros medievales siguen a rajatabla un rígido código de honor y unas estrictas normas de conducta. Representantes de las virtudes cristianas, son hombres leales, misericordiosos, castos y humildes, que renuncian a las comodidades y ayunan y velan cuando hace falta sin quejarse jamás.
Unas cualidades excepcionales
Un buen caballero tiene que cumplir ciertos requisitos físicos y mentales. Tener juventud, por ejemplo, es aconsejable (algunos caballeros se arman a la edad de 15 años). También son importantes el gusto por la independencia, la sabiduría, el buen criterio, el valor, la fuerza de voluntad y las ganas de imponerse.
Un trato privilegiado
El caballero se sabe perteneciente a una élite, a una casta guerrera encargada de mantener los más altos valores. Su condición le hace gozar de gran prestigio social y de cierto señorío sobre los demás. Se le honra, admira y alaba allí por donde pasa.
Un caballo y unas armas sin igual
Su caballo es escogido entre mil como el más noble y el más bello. Tiene que saber montarlo con la misma naturalidad que el caminar. Sus armas, que también deben ser las mejores o las más mortíferas, están cargadas de significado: la lanza es símbolo de verdad y rectitud, mientras que el casco representa la vergüenza que le impide cometer actos despreciables.
Un amor espiritual
Además de las armas, al caballero le mueve otra gran pasión: las mujeres. Es a una doncella, ser superior que es dueña de su corazón, a quien se encomienda en la batalla y dedica sus hazañas. Este amor, formulado en la época como amor cortés, es en la teoría servil y espiritual pero en la práctica terrenal.
Otras motivaciones diversas
El caballero encuentra varios motivos por los que luchar. Primero está la fama, el deseo de imitar a ídolos y modelos como Alejandro Magno o el rey Arturo. También lucha por cuestiones políticas o legales, para deshacer agravios o resolver conflictos. Finalmente, están las razones económicas: algunos se profesionalizan y reciben un dinero por participar en duelos en nombre de otros.